miércoles, agosto 10

Sobre Suecia, por Vicenc Navarro

Vicenç Navarro, (Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra)
El País, 10 de agosto de 2005
Como persona que durante mi exilio he vivido en Suecia por muchos años, que tiene familiares suecos y que asesora al Gobierno socialdemócrata sueco en temas de política social, tengo que corregir varias aseveraciones que se presentan en el artículo de Mario Vargas Llosa Hacerse el sueco del 7-8-05, que contiene, además de una visión estereotipada de lo que es la socialdemocracia, afirmaciones que requieren una respuesta. En primer lugar, no es cierto que fuera el Gobierno conservador-liberal de Carl Bild el que introdujera las reformas que permitieron a los ciudadanos suecos la capacidad de elección en los servicios públicos (tales como la educación y la sanidad). Esta capacidad antecede por muchos años al Gobierno de Bild y fue introducido por los gobiernos socialdemócratas. Tampoco es cierta la afirmación que hace Vargas de que la socialdemocracia en general dificulta la elección de tales servicios. En la mayoría de países que han tenido una larga tradición socialdemócrata existe tal capacidad de elección. Incluso en España fue durante el Gobierno del PSOE cuando se introdujo tal capacidad de elección en los servicios sanitarios públicos. Y hoy el Gobierno catalán, de claro ideario socialista, está introduciendo la capacidad de elección, también en el sistema educativo. Es un error asumir, como Vargas hace, que el sistema voucher es el único sistema que garantiza tal elección. El sistema voucher no está generalizado en Suecia, como Vargas erróneamente afirma. En algunos municipios (el Estado de bienestar sueco está altamente municipalizado) tal sistema se ha introducido en las escuelas con resultados mixtos, pues puede, en realidad, disminuir la capacidad de elección para las clases populares.
Tampoco es cierto que las pensiones en Suecia se hayan privatizado (como Vargas escribe y Bush desea). El sistema sueco complementa, en lugar de sustituye, a las pensiones públicas. Por último, Vargas asume que la ausencia del Estado de bienestar en América Latina se basa en que no se ha creado suficiente riqueza como consecuencia de la descohesión social y desconfianza de la población hacia las instituciones gubernamentales en aquel continente. La evidencia científica apunta precisamente a que es la ausencia de un Estado de bienestar, con las políticas redistributivas que conlleva, la causa de la descohesión social, acentuada por las políticas liberales que Vargas promulga. El Estado de bienestar es una inversión y su escaso desarrollo conlleva el retraso económico.