lunes, mayo 22

La cooperativa del siglo XXI, La Vanguardia

Una empresa con gestión democrática, ¿es eficiente?Aplicar la práctica "un socio, un voto", hace compatible la función directiva con la dimensión social
El cooperativismo enfatiza los valores que sitúan a la persona en el centro de la gestión y no al capital

JORDI GOULA - 21/05/2006
Si nadie cuestiona las estructuras democráticas de una sociedad moderna, ¿por qué la empresa sigue siendo un mundo dentro de este planteamiento participativo? En la empresa desarrollamos nuestra actividad profesional y en ella pasamos una buena parte de nuestra vida, ¿por qué no podemos participar en sus decisiones? Las tendencias más recientes del management apuntan la necesidad de potenciar el talento y la implicación creciente del equipo en la estrategia empresarial como condiciones ineludibles del éxito, ¿por qué en la mayoría de casos estos planteamientos quedan en papel mojado, mientras proliferan la precariedad y la consideración de los costes laborales sólo como una magnitud a minimizar? Son apenas algunas de las contradicciones que vivimos día a día en el mundo profesional y, la verdad, con pocos visos de cambio. En la empresa cooperativa, sin embargo, afirman que estas contradicciones se han superado en buena manera con sus planteamientos. Con todo, para mucha gente la cooperativa sigue siendo una rara avis.
"Sí, es cierto, pero no nos debería parecer algo extraño, ya que lo único que hace la cooperativa es llevar y aplicar los valores de la democracia y la participación a la actividad empresarial", comenta Xavier López, director general de CLADE, grup empresarial cooperatiu. Y, en tiempos de globalización de la economía, ¿es viable? "Sí, la globalización puede ser una oportunidad para el cooperativismo si es capaz de crecer, generar alianzas y grupos, pero también puede ser una amenaza, si tiende a mantener estructuras pequeñas y atomizadas", responde. "Es bueno no olvidar que en la empresa siempre hay una doble dimensión: las personas y la eficiencia. La clave está en como se gestiona el impacto que tiene el ser eficiente en las personas. En este sentido, el cooperativo es un modelo muy moderno, ya que la integración del capital humano en el proyecto empresarial es muy alta. Por tanto, ello debe redundar en los resultados", comenta Eduard Brull, director general de Grup Qualitat.
También hay autocrítica, y ello es importante. "El cooperativismo no es el mundo ideal. Criticamos lo que las empresas predican y luego no llevan a la práctica, pero en las cooperativas también es complejo aplicarlo. Cuando entra una persona, viene a trabajar, no entra como cooperativista. Nuestro reto empieza aquí. Cómo lo llegamos a implicar en la vida cooperativa, en el perfil social de todos. Hacerle ver las ventajas", explica Miquel Angel Oliva, director general de Abacus. Estas ventajas pueden sintetizarse en el reparto de beneficios en función de lo que se ha decidido entre todos; en poder incidir a través de las personas que se deleguen en las decisiones estratégicas; en una mayor transparencia; en más estabilidad laboral, ya que hay un compromiso de mantenimiento del puesto del socio; en que el componente de innovación es más abierto que en otro tipo de empresas y, sobre todo, en una vertiente transformadora de entender y plantear las relaciones laborales, una transformación centrada en las personas... De todos modos, los tópicos ahí están. Hay quien se pregunta, ¿cómo se le va a prestar dinero a una empresa regida por una asamblea? "Esta batalla de las entidades financieras la hemos ganado", dice Oliva, mientras López añade que "el modelo cooperativo que defendemos es el que separa totalmente la vertiente societaria de la ejecutiva". En este modelo cooperativo la asamblea de socios hace de junta de accionistas, mientras el consejo rector adopta el papel de consejo de administración. El director general lidera la estrategia enjel día a día y rinde cuentas al consejo rector. Ermen Llobet, socio fundador de Ecotècnia, apunta un aspecto clave. "La diferencia entre la cooperativa y el resto de empresas es de altura de gestión, no tanto de modelo. A nivel ejecutivo, no hay diferencias en el modelo de gestión, sino en el estilo, que es mucho más involucrador. Un directivo medio, por ejemplo, encuentra un valor añadido superior en la cooperativa, ya que puede catapultar más sus conocimientos. Sus esfuerzos se ven recompensados por un alto nivel de participación en la empresa". Para Brull, "el director general de una cooperativa afronta los mismos problemas que sus competidores, pero nuestra gente está implicada de forma más natural en el proyecto. La Responsabilidad Social, que en muchos casos no es más que un maquillaje en muchas empresas, para nosotros está en el centro de la actuación. Por lo menos, tenemos los instrumentos para ir por el buen camino". Uno de los aspectos complejos es el del abanico salarial en la cooperativa. Oliva explica que "hace tres años la escala salarial era de uno a tres y no podíamos retener talento. Se ha pasado a otra de uno a 6,8, haciendo mucha pedagogía hasta que la gente lo ha entendido y aprobado". Para Brull, "en la retribución tendemos a ser más espartanos que el mercado y hemos de ser competitivos". Pone como ejemplo a seguir el de Mondragón. "Es un sistema que funciona bien. La banda baja está algo por encima del mercado y la banda alta algo por debajo". Llobet cierra la reflexión, "los valores están en la base del modelo cooperativo. Venimos de un siglo dominado por ideologías y debemos enfatizar los valores que derivan de situar la persona en el centro de la actuación y no al capital".

miércoles, mayo 17

Luchar contra la pobreza con una ayuda adecuada, Jeffrey Sachs

Opinión

El mundo en desarrollo a menudo se parece al tráfico de una carretera. Países como China, India y Chile avanzan en un sentido de rápido crecimiento económico, que reduce las diferencias tecnológicas con los países desarrollados, mientras que naciones como Nepal, Níger y Sudán se precipitan en sentido opuesto, cada vez con más disturbios, enfrentamientos, sequía y enfermedades. Los costes del fracaso económico son enormes para todo el mundo, ya que los conflictos, el terrorismo, el tráfico de drogas y los refugiados sobrepasan las fronteras nacionales.
Pero los conductores pueden cambiar de sentido, y también los países. India, China y Chile difícilmente se podían considerar historias de éxito en los años sesenta y setenta. Los tres estaban agitados, acuciados por la pobreza, el hambre y la inestabilidad política. Su transformación económica demuestra que los "casos perdidos" de hoy pueden ser los mercados emergentes del mañana.
Quienes afirman que la ayuda exterior no funciona -y que no puede funcionar- están equivocados. Esos escépticos hacen carrera fomentando el pesimismo, al señalar los múltiples e indudables fracasos de anteriores campañas de ayuda. Pero lo cierto es que podemos ayudar a garantizar el desarrollo económico adecuado de los países más pobres. Podemos ayudarlos a escapar de la pobreza. Y debemos hacerlo por nuestro interés nacional.
El primer paso para salir de la pobreza rural casi siempre supone aumentar la producción de alimentos y poner fin a los ciclos de hambruna. La salida de Asia de la pobreza durante los últimos 40 años empezó con una "revolución verde". La producción de alimentos se duplicó o se triplicó. La Fundación Rockefeller colaboró en la obtención y la difusión de semillas de alto rendimiento; y la ayuda estadounidense permitió a India y otros países proporcionar abonos y semillas subvencionados a los agricultores pobres. Cuando consiguieron tener unos ingresos, los campesinos pudieron pasar a la creación de pequeñas empresas.
El segundo paso para salir de la pobreza es la mejora de las condiciones sanitarias, empezando por la mejora de la nutrición, el agua potable y los servicios sociales más básicos. En las historias de éxito asiáticas, la mortalidad infantil ha disminuido drásticamente, lo cual, a su vez, ha reducido el tamaño de las familias, porque los progenitores pobres empezaron a confiar en que sus hijos sobrevivirían hasta la edad adulta.
El tercer paso consiste en salir del aislamiento económico para introducirse en el comercio internacional. Chile, por ejemplo, se ha convertido en las dos últimas décadas en el principal proveedor de fruta de EE UU fuera de temporada, gracias a la creación de unas cadenas de suministros altamente eficaces. China e India han prosperado como exportadores de mercancías manufacturadas y servicios, respectivamente. En los tres casos, las relaciones comerciales dependían de la mejora de la conectividad: carreteras, energía, telecomunicaciones, Internet e introducción de contenedores para el transporte.
Hoy, a los escépticos les gusta afirmar que África está demasiado atrasada y es demasiado corrupta como para llegar a ser como China o India. Se equivocan. Una revolución verde, una revolución sanitaria y una revolución de la conectividad están al alcance de África. Los ingenieros y científicos ya han desarrollado las herramientas necesarias. El proyecto Aldeas del Milenio, desarrollado por mí y un grupo de compañeros, se está expandiendo con rapidez en 10 países africanos y está demostrando que esa triple transformación -verde, sanitaria y de conectividad- es factible. Las variedades de semillas mejoradas, los abonos, el regadío y los camiones han contribuido a convertir el hambre en cosechas extraordinarias en sólo una o dos temporadas.
La malaria está controlada. Los agricultores tienen acceso a la capital para pasar de las cosechas de subsistencia a los cultivos comerciales. A los niños se les trata contra las lombrices y reciben una comida a mediodía que ayuda a garantizar que estén sanos y asistan a la escuela.
Los escépticos afirmaban que los campesinos africanos no obtendrían más alimentos, que los fertilizantes se perderían, que cortarían las mosquiteras de las camas para hacer velos de novia y que los funcionarios locales bloquearían el progreso. Está ocurriendo lo contrario. En cualquier parte del mundo, los más pobres de entre los pobres desean una oportunidad para mejorar el futuro, en especial el de sus hijos. Denles herramientas y las aprovecharán.
Los escépticos de la ayuda, como William Easterly, autor del reciente libro The White Man's Burden, son legión. En lugar de señalar los fracasos, debemos amplificar los éxitos, incluidas la revolución verde, la erradicación mundial de la viruela, la expansión de la alfabetización y, ahora, la promesa de las Aldeas del Milenio.
Los criterios para que las ayudas tengan éxito están claros. Deben tener un objetivo definido y ser específicas, medibles, responsables y ampliables. Deben fomentar la triple transformación de la agricultura, la sanidad y las infraestructuras. Deberíamos proporcionar a las aldeas una ayuda directa que se pueda calibrar y controlar.
El proyecto Aldeas del Milenio se basa en la participación de la comunidad y en que ésta se responsabilice de garantizar que los abonos, las medicinas y demás ayudas se emplean adecuadamente. Millennium Promise, una organización de la que soy cofundador, propugna y amplía el avance del proyecto Aldeas del Milenio. Se ha unido a Cruz Roja, Unicef, la Fundación de Naciones Unidas, los Centros para el Control de Enfermedades y la Organización Mundial de la Salud para instalar mosquiteras contra la malaria en las camas de los niños de África.
En este mundo frágil y plagado de conflictos debemos valorar la vida en todas partes frenando las enfermedades y las muertes innecesarias, promoviendo el crecimiento económico y ayudando a garantizar que la vida de nuestros hijos sea muy preciada en el futuro.
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Jeffrey D. Sachs es director del Earth Institute de la Universidad de Columbia y autor de El fin de la pobreza.

lunes, mayo 15

Referendos en la niebla, por Manuel Castells

13/05/2006- La Vanguardia (www.lavanguardia.es), extracto.
La paradoja de los referendos políticos es que expresan a la vez la democracia directa y la aclamación plebiscitaria. Desde mi experiencia californiana he vivido la práctica del referéndum como forma directa de hacer llegar a los ciudadanos, y convertir en ley, innumerables iniciativas variopintas que no llegan a ser procesadas por el sistema político. Como en otros países de tradición referendaria, el origen del gobierno por iniciativa popular se encuentra en la desconfianza de los ciudadanos con respecto a sus representantes políticos. Es por tanto un correctivo a la democracia por delegación. Pero la capacidad de un grupo de interés para llegar a los votantes directamente depende de su incidencia en los canales de comunicación, tanto en los grandes medios como en las diversas formas de difusión del mensaje. Lo cual favorece, por un lado, a aquellos que tienen arraigo militante; por otro lado, a aquellos que disponen de recursos que les permiten la presencia en los medios de comunicación y en la sociedad. Por tanto, el dinero y la ideología prevalecen sobre los partidos y las instituciones políticas. Los resultados del proceso son diversos, pero en general el dinero manda y las emociones del momento deciden. Pero también existe la tradición referendaria desde el poder, cuando los gobiernos intentan santificar con la legitimidad de un plebiscito popular decisiones importantes, generalmente de ámbito constitucional. Cuando funciona correctamente este mecanismo los textos así aprobados se revisten del manto original de la soberanía popular. En la mayoría de las democracias su uso es excepcional por los riesgos que presenta. Cuanto más importante es el contenido de un referéndum más se arriesga el sistema político a un movimiento de opinión inesperado que eche al traste el complicado encaje de bolillos que suele estar detrás de un texto constituyente. Así, los referendos se plantean para situaciones límite o cuando cuentan con un tal apoyo político organizado que el riesgo parece menor. Es en este último supuesto cuando pueden producirse terremotos políticos. Sin ir más lejos, la derrota del referéndum sobre la Constitución europea en Francia y Holanda obligó a replantearse el proceso de construcción europea. Y el rechazo se produjo pese a contar con el apoyo al sí de los grandes partidos, de las instituciones del Estado y de los medios de comunicación. Sabemos que el no a la Constitución europea fue un rechazo generalizado a la clase política. Y aquí está el quid de la cuestión. La claridad de la consulta referendaria depende de la relación de confianza que exista entre los ciudadanos y sus representantes. Y en particular, con quienes plantean el referéndum. Si esa relación está enturbiada por la sospecha y la decepción, se sabe lo que se pregunta en el referéndum, pero no se sabe lo que se responde. El sí o el no se convierten en expresión de apoyo o rechazo a los proponentes de la pregunta por motivos de muy distinta índole que además varían en distintos sectores del electorado. Si la relación entre política y sociedad es nebulosa, los referendos se celebran en la niebla.

lunes, mayo 8

Entrevista con Alvaro García Linera, Vicepresidente de Bolivia

"En Bolivia, no estamos pensando en socialismo sino en revolución democratizadora"
Franklin Ramírez y Pablo Stefanoni
Alvaro García Linera es vicepresidente boliviano, matemático y sociólogo autodidacta. Con 44 años de edad tiene cinco encima de prisión, varios librospublicados y una vida de búsqueda intelectual. En ese camino exploró "obsesivamente" la idea de Marx de los pueblos "sin historia" y llegó a conclusiones que lo unieron a Evo Morales.
-¿Cómo fue su trayectoria intelectual?
-Soy una persona que vivió la adolescencia en un período de gran inestabilidadpolítica: elecciones, golpes de Estado, elecciones, más golpes de Estado,en un ambiente cargado de movilizaciones, de proyectos, de debates, de utopías. Estoy hablando de fines de los años '70 y creo que eso influye en un tipode acercamiento personal a la política y a las ciencias sociales. En 1979, a los 17 años, viví el primer gran bloqueo indígena de la historia moderna de Bolivia. Era difícil de entender lo que estaba pasando y en ese ambiente busqué la ayuda de las ciencias sociales, de la sociología, de la economía, pero más como autodidacta. Sin embargo, me sentía distante de las organizaciones partidarias, tenía un abordaje un poco intelectualizado de la política. Había comenzado a estudiar matemática porque creía que las ciencias sociales podía aprenderlas solo, y decido continuar mis estudios en México. El contexto centroamericano influye mucho en mi percepción de la política, especialmente la guerrilla salvadoreña, y politizó mis lecturas. Paso de una orientación más filosófica y abstracta del capital, de la dialéctica de Hegel, de Kant, a una mirada más práctica. Entonces comienzan mis lecturas más leninistas, digamos así, para comprender mejor lo de la gestión de lo político. Esto ya es en los años '80 y, al acabar la carrera, regreso a Bolivia con una posición de mayor involucramiento político.
-¿Cómo influyó el conocimiento de los movimientos insurgentes centroamericanos en su evolución intelectual?
-Había dos elementos importantes: la lucha armada como modo de resolución o de conquista del poder y, en particular, el tema étnico. En Guatemala escucho por primera vez en un debate político el tema de la multiculturalidad. Aun cuando ya era un momento de reflujo, la guerrilla guatemalteca logra incorporar este elemento en el debate a partir de la presencia de los mayas. Esto para mí es en extremo novedoso. Y con esos bagajes regreso a Bolivia, y aquí intentamos (junto a Raquel Gutiérrez, su pareja de entonces) construir una estructura política principalmente obrera porque los mineros eran el eje de la política contestataria en Bolivia, e iniciamos un largo debate, que perdura en alguna medida hasta el día de hoy, contra el trotskismo y el stalinismo, representado por el Partido Obrero Revolucionario y el PC. Luego conocemos a un grupo de líderes indígenas, jóvenes todavía, que venían de las corrientes kataristas e indianistas de los '70 que denunciaban el "colonialismo interno".
-Ahí se va produciendo un giro hacia lo étnico-nacional.
-Iniciamos una relectura, o más bien una ampliación de nuestra mirada, desde lo obrero hacia la temática de lo nacional y lo campesino-indígena, más centrado en lo que se denomina "identidades difusas". Ahí se inicia una etapa -hacia1986- que se mantiene hasta hoy, de una preocupación en torno de la temática indígena y de la construcción de la nación. Dedico mi tiempo a escribir varios libros, unos polémicos, en debate contra la izquierda tradicional predominante,y otros que anticipaban trabajos con mayor abstracción. Ahí comienza una obsesión, que mantuve durante diez años, de rastrear lo que Marx había dicho sobre el tema y comenzamos a escudriñar sus cuadernos, sus textos sobre los"pueblos sin historia" del '48, los Grundrïsses, los textos sobre la India y China, y sus cartas a Vera Zasulich, incluso sus manuscritos etnológicos y otros, inéditos sobre América latina, que están en Amsterdam. Viajamos allá a consultarlos. Algunos compañeros me reñían por esto: no veían bien que en momentos de tanta intensidad de la lucha política yo estuviera revisando archivos. Comienza una obsesión, con distintas variantes, a fin de encontrar el hilo conductor sobre esa temática indígena desde el marxismo, y creyendo que era posible que el marxismo pudiera dar cuenta de la fuerza de la dimensión, del contenido y del potencial de la demanda étnica nacional de los pueblos indígenas. Ello implicaba múltiples peleas, en textos menos académicos y más polémicos, con la izquierda boliviana para la cual no había indios sino campesinos. Se trataba de una pelea marginal porque éramos un grupo de personas que no influíamos en ninguna parte, nos dedicábamos a repartir nuestros panfletos, nuestros textitos, nuestros policopiados de 50 páginas en las marchas, en las minas. Pero ahí se inicia una polémica.
-Luego viene el intento de formar el Ejército Guerrillero Túpac Katari y la prisión.
-En los años '85 y '86 convergen intelectuales, jóvenes, muy jóvenes, obreros de las minas especialmente en proceso de radicalización y un conglomerado de líderes campesinos e indígenas provenientes de las filas del indianismo katarista. En esta primera etapa, toda la actividad se centra en el trabajo político en las minas, en las asambleas, en producir panfletería, crítica a las posiciones de izquierda tradicional con una consigna clara: "Va a haber una prueba de fuerza, y esa prueba va a dirimir la nueva época". Esa prueba de fuerza fue en 1986, la Marcha por la Vida de los mineros contra el desmantelamiento de la Corporación Minera de Bolivia. Los obreros salen derrotados políticamente, ni siquiera hay necesidad de una salida militar, se desmorona el movimiento y comienza el desbande.
-¿Y esa derrota abre el camino a una orientación hacia las comunidades indígenas?
-Desde ese momento nos trasladamos con todo ese bloque de intelectuales y mineros a potenciar el trabajo en el campo junto con los indianistas. Se va construyendo un escenario más potente de autodeterminación de lasnacionalidades indígenas, especialmente la aymara. Hay un fuerte énfasis en la posibilidad de una sublevación indígena, en la idea de que la emancipación indígena pasa obligatoriamente por una sublevación de comunidades. Quispe teoriza ahí sobre la guerra de los ayllus, tiene la imagen de una toma del poder mediante una sublevación de ayllus y comunidades, es decir, no se estructura un imaginario guerrillero sino un escenario de emancipación de masas. Se inicia un proceso que luego va a dar lugar al EGTK y a ejercicios de formación militar en las comunidades; primero en el Altiplano, con militantes del viejo indianismo de los '70, luego en Potosí, en el Chapare, en Sucre. Era una dinámica fuerte.
-Luego viene la desarticulación del grupo y la cárcel. ¿Cómo se desarrolla su actividad intelectual posterior desde la prisión?
-Al saber que no iba a contar con muchos libros, que no tendría mi biblioteca disponible, decido dedicarme sólo a unos cuantos libros, a trabajarlos de un modo mucho más profundo. Continúo con parte de mis trabajos teóricos y escribo Forma valor, forma comunidad, que es una lectura enteramente dedicada a El Capital bajo la obsesión de trabajar el tema del valor de uso, el valor de cambio y de las lógicas organizativas de la modernidad para hacer un contrapunto con las lógicas organizativas del mundo andino. Fueron cinco años de encierro. Creo que es mi libro mejor logrado por el tiempo que pude dedicarle, por la paciencia que tuvimos en armar las transcripciones. Fue un curso acelerado de antropología andina, de etnohistoria andina y de economía agraria. Al salir de la cárcel, inmediatamente me incorporé a la academia, incluso retomo el tema del mundo obrero, pero desde una perspectiva más sociológica. De allí saldrán Reproletarización, sobre el mundo obrero fabril en Bolivia y sus cambios organizativos y tecnológicos, y La condición obrera, sobre la nueva minería. Las conclusiones generales son que los obreros no han desaparecido, pero ha habido una modificación sustancial de la estructura material de la condición obrera, de la identidad obrera y de la composición política y cultural de la clase obrera. De allí se deriva una explicación de por qué la Central Obrera Boliviana se extingue como movimiento social unificador del país. En los últimos años he desarrollado varios estudios de los movimientos sociales, incorporando teorías más modernas como las de Charles Tilly, Pierre Bourdieu y Norbert Elias.
-Usted pasó de la acción insurgente a la academia, y de ahí osciló entre los medios y la política. ¿Cómo ve el papel del intelectual en un campo universitario como el de América latina, poco institucionalizado y en medio de una nueva oleada de politización social?
-En los años '90 se instaló la creencia de que había que separar la política de la academia o la idea de un campo académico autónomo, pero eso fue una ilusión. La promesa de un academicismo mucho más sólido, coherente, fundado en bases propias, acabó en un academicismo que servía de legitimador ideológico del proyecto político y económico neoliberal. Cuando revisas desapasionadamente la producción de los años '90 te das cuenta de la pobreza investigativa, conceptual, de la abundancia de retórica y sentido común de una gran parte de esa producción. Creo que ahora se presenta un nuevo reto para la producción intelectual: la capacidad de construir críticamente categorías, argumentos y razones, y no simplemente panfletería política pero, a la vez, que sepa recoger estas señales y la riqueza de la sociedad, no solamente de losmovimientos sociales. Ahí está el gran reto de continuar esta larga trayectoria del intelectual latinoamericano y boliviano que rompe esa falsa asepsia ideológica a lo Vargas Llosa. Sin embargo, no se requiere que frente al intelectual neoliberal cooptado por el discurso estatal surja un intelectual de los movimientos sociales que haga la apología de la acción colectiva sino un intelectual crítico con el poder existente y con las fuerzas emergentes. Parte de eso, sin duda, puede ser utilizado por los movimientos sociales y parte no; les va a doler que reflexionen sobre sus límites, y ahí está el pedazo de autonomía de la reflexión intelectual de no acallar o forzar sus reflexiones a favor de talo cual.
-¿Es un problema ser a la vez sociólogo crítico y vicepresidente?
-No, al contrario, es una excelente combinación, porque permite analizar con una frialdad siberiana lo que está sucediendo y tus acciones. Y como vicepresidente ves algunas cosas que jamás verías desde tu gabinete de sociólogo.
-Varios medios hablan de "evismo" para referirse a este gobierno.
-El "evismo" plantea una ruptura con respecto a anteriores estrategias de lucha por el poder, es un proyecto de autorrepresentación de los movimientos sociales, de la sociedad plebeya. Es un nuevo horizonte que no nace de la teoría sino que se va implementando en la práctica y puede aportar una interesante veta de análisis a las corrientes neomarxistas. Un segundo elemento que podría definir al "evismo" es un indianismo flexible capaz de convocar a los sectores no indígenas, mestizos, sectores medios urbanos. En términos didácticos podríamos decir que la Revolución Nacional de 1952 despierta al indio a la ciudadanía, pero trata de diluirlo en el mestizaje y le bloquea las posibilidades de desarrollo político. Cincuenta años después, el indio se postula como un sujeto político autónomo que propone un nacionalismo expansivo, una nación con "unidad en la diversidad" como lo ha repetido tantas veces Evo Morales. La experiencia que estamos viviendo en Bolivia replantea todo el debate sobre la lucha por el poder, incluso las propuestas de Antonio Negri. ¿Qué es un gobierno de los movimientos sociales? ¿Es posible? ¿Cómo se operará la relación entre lo político y lo social?
-Usted habló de capitalismo andino.
-Con esa expresión, más bien teórica, hice referencia a que las estructuras materiales de las rebeliones sociales desde el 2000 son las pequeñas economías familiares, tanto en el campo como en la ciudad. Son los pequeños productores los que se han rebelado: campesinos, cocaleros, artesanos, microempresarios, cooperativistas mineros. Y no va a haber revolución socialista en una nación de pequeños productores. El "evismo" visualiza estas múltiples modernidades, el pequeño campesino del Altiplano no va a ser un farmer, pero puede tener tractores o Internet. Siempre lo moderno subsumía lo tradicional, ahora pensamos en una articulación diferente y no subordinada entre estas dos plataformas que van a perdurar en los próximos 50 o 100 años. No estamos pensando en el socialismo para el futuro próximo sino en una profunda revolución democrática descolonizadora.

martes, mayo 2

Poder de clase, poder de género, por Vicenc Navarro

EL PAÍS - Opinión

Según los últimos datos provistos por la Agencia Estadística de la Unión Europea, España es, junto con Portugal, el país que tiene el gasto público por habitante más bajo de la UE-15 (la Unión con 15 miembros); esta situación deficitaria se presenta en prácticamente todos los componentes de tal gasto. El gasto público por habitante en temas sociales (que incluyen los servicios públicos del Estado del bienestar, como sanidad, educación, servicios sociales y vivienda social, entre otros, así como las pensiones y otras transferencias sociales) es, también, el más bajo de la UE-15. En realidad, España se gasta mucho menos en su Estado del bienestar de lo que le corresponde por el nivel de riqueza económica que tiene. Nuestro PIB per cápita (que mide el grado de desarrollo económico del país) es ya el 90% del PIB del promedio de la UE-15 y, sin embargo, el gasto público social por habitante es sólo el 62% del promedio de la UE-15. España debería gastarse alrededor de 66.000 millones de euros anuales más para alcanzar el gasto social per cápita que le corresponde por su nivel de riqueza. Una situación semejante, por cierto, ocurre en el capítulo de infraestructuras como carreteras, ferrocarriles y otras comunicaciones.
Una de las causas más importantes de esta pobreza del gasto público social es el enorme poder que el 25-30% de renta superior de la población española (que incluye los sectores sociales que solían llamarse la burguesía, la pequeña burguesía y clases profesionales de renta alta) ha tenido históricamente y continúa teniendo en la cultura mediática y política del país y en los aparatos económicos del Estado (ver Navarro V. El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias. 2006). La enorme influencia que este grupo social tiene sobre el Estado y sobre los medios de información y persuasión, y su resistencia a pagar impuestos es lo que explica el bajo gasto público. La baja presión fiscal de España, la más baja de la UE-15, 34,8% del PIB, comparado con un 41% en el promedio de la UE-15, se debe, en gran parte, a que la contribución al erario público de este sector pudiente de la población es también de los más bajos de la UE-15, mucho menor que la de sus homólogos. Este sector pudiente de la población no es consciente de este déficit de gasto público social, pues no lo sufre en carne propia: lleva a sus hijos a las escuelas privadas (gestionadas en su mayoría por la Iglesia, que reciben los subsidios públicos más altos de la UE-15) y va a la sanidad privada (o bien reciben trato preferencial en la pública) cuando cae enfermo. Mientras tanto, informe tras informe de la OCDE y de la UE que analizan la situación de los distintos componentes del Estado del bienestar de sus países miembros señalan el gran retraso social de España, retraso que se debe, en gran parte, a la citada pobreza de recursos en sus servicios públicos.
Otro indicador del enorme poder de clase de tales sectores (al cual hay que añadir el poder de género, que determina que dentro de la pobreza del gasto público social el más bajo sea precisamente el que se gasta en los servicios públicos como escuelas de infancia y servicios de dependencia, que benefician particularmente a las mujeres) es la creencia liberal de que hay que bajar los impuestos; creencia reproducida incluso en sectores liberales de las izquierdas, incluidos algunos economistas del Gobierno socialista español, uno de los cuales, a raíz de una reflexión sobre el futuro del socialismo cuestionó recientemente "si hoy alguien puede defender a estas alturas del siglo que un programa socialdemócrata debe estar a favor de más impuestos y más gasto público".
Este dogma liberal va acompañado de otro que señala la necesidad no sólo de equilibrar las cuentas del Estado, sino incluso de alcanzar un superávit en tales cuentas. Consecuencia de esta creencia, estamos viendo hoy en España (el país de la UE-15 que tiene un gasto público más bajo) un superávit mayor (un 1,1% del PIB) que el que cualquier Gobierno tenga en dicha Unión; lo cual se justifica refiriéndose a la experiencia de las socialdemocracias escandinavas (y, muy en particular, de la sueca) que tradicionalmente han tenido superávit en sus presupuestos estatales, olvidándose, sin embargo, que tales países tienen el gasto público (53,3% del PIB) y la presión fiscal más elevados de la UE-15 (47,5% del PIB). Tener un superávit en el presupuesto del Estado y, a la vez, bajar los impuestos es condenar a España a estar a la cola de Europa, pues el enorme déficit de gasto público social no puede resolverse sólo a base del elevado crecimiento económico. En realidad, ha sido el elevado gasto público de los países escandinavos de tradición socialdemócrata lo que les ha permitido un extenso Estado de bienestar (que ha ofrecido seguridad a la población, incluyendo la laboral) y unas potentes infraestructuras que han facilitado su respuesta a los retos de la globalización (estos países son los más globalizados de la UE-15), siendo los países más competitivos de esa Unión. La escasa calidad del crecimiento económico español (con escaso valor añadido) y la elevada inseguridad en su mercado de trabajo derivan precisamente de la pobreza de su gasto público. Esta pobreza de gasto público, por cierto, está también contribuyendo a las enormes tensiones interterritoriales en España. Es sorprendente que barones en todos los partidos políticos, que sacan pecho en defensa de su territorio, hayan guardado durante todos estos años un silencio ensordecedor sobre el enorme déficit de gasto público existente en toda España, déficit que es mucho mayor que la suma de todos los déficit fiscales territoriales existentes en nuestro país. Y ninguno de ellos ha levantado la voz pidiendo un aumento de los impuestos.
En Cataluña, al enorme déficit de gasto público se le han sumado en esta Comunidad Autónoma unas políticas de clase llevadas a cabo con gran dureza por el Gobierno de derechas anterior, resultado de las cuales, la escuela privada (en su mayoría religiosa, que recibe el subsidio más elevado de España) ha estado ofreciendo 1.050 horas más al año que la escuela pública; con lo cual los graduados de la privada (pertenecientes a los sectores más pudientes de la sociedad catalana), al terminar la escuela, han ido nada menos que un año más que los graduados de la escuela pública (pertenecientes en su gran mayoría a las clases populares). Estamos viendo ahora una gran movilización de clase (que incluye el mundo financiero, empresarial y mediático) para que el Gobierno socialista español cambie de alianzas, reproduciendo la alianza del periodo 1993-1996 (PSOE-CiU), cuando, bajo la dirección del mismo equipo que dirige hoy las políticas económicas del Gobierno español, se redujo el gasto público social por habitante, iniciándose una política de austeridad social que fue continuada por la alianza PP-CiU que le siguió.
Tal sensibilidad liberal -reflejada también en los nombramientos económicos hechos o propuestos por parte del Gobierno, incluyendo el de consejeros del Banco de España- está dificultando todavía más la realización de la promesa realizada en el programa del PSOE de converger con el gasto público social por habitante del promedio de la UE-15.
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Vicenç Navarro es catedrático de Políticas Públicas de la Universitat Pompeu Fabra.